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Taller 'DE LA INMANENCIA A LO TRASCENDENTE' (1)

MODELO DE ANÁLISIS SEGÚN LA POÉTICA DE Julio Balderrama

por los Profs. Marcelo Rossetti, Sebastián Porrini,
Diego Ortega Servián y Gustavo Manzanal



a) Estructuración HIEROFÁNICA:

Ensayamos un análisis de un poema, accediendo a sus campos argumentales, en las cuales buscamos los componentes que remiten a un mismo concepto o conjunto de conceptos relacionados, y de esa manera tratamos de obtener un acercamiento a la protoimagen.

1)                  Establecemos las unidades en función de los campos argumentales, con un mismo concepto o conjunto de conceptos relacionados.
2)                  Diferenciamos esas unidades.
3)                  Ensayamos las posibles relaciones entre esos campos argumentales de manera tal de intentar establecer una idea que las una o les otorgue un sentido unificado.
4)                  En función de ese sentido, devenido de los campos argumentales y su entorno, ensayamos una aproximación a la protoimagen.

Ejemplo:
Góngora: De una dama que, quitándose una sortija, se picó con un alfiler.
Nota: se ha elegido un soneto a modo de ejemplo ya que, por su propia conformación, facilita la visión de lo que se quiere expresar.

Obsérvese la repetición, en función de los campos argumentales, de la figura sintáctica Sujeto – Predicativo (articulado de mi firmeza / de mi firmeza un émulo luciente / aprisionado // apremiado / no consciente / gallarda / impaciente) en los cuartetos, con la ausencia de otro verbo que no sea el copulativo ser en el primero y el objeto presentado en primer lugar en el segundo (a su dedo apremiado) con el verbo redimir como única acción conjugada, mientras que los tercetos se centran sobre el sujeto y lo adjetivan (latón / breve/ sacrílego // púrpura / invidiosa / la aurora) y agregan información circunstante (en los cristales de su bella mano / sobre nieve) que aluden a elementos locativos que terminan adquiriendo relevancia sólo al relacionarlos con los conceptos derivados precedentemente.


Si asociamos los elementos obtenidos desde el aspecto lingüístico que nos brinda el poema con las aproximaciones conceptuales e ideales (dicho en función de idea) podemos obtener una aproximación al mensaje que el poema intenta transmitir, y, de esta manera, nos acercamos a la protoimagen. Derivamos, entonces, que algo que “era” y es “redimido”, por definición, deja de “ser”, al menos como era anteriormente, y, en consecuencia, especulamos sobre esa figura. Y, si al mismo tiempo, unimos los elementos eminentemente locativos de los circunstanciales podemos inferir que la “brevedad” referida previamente aludía a un lapso temporal y no a una característica de longitud (nótese al respecto que de haber usado el poeta “corto”, en vez de “breve”, no hubiera variado la cantidad de sílabas, aunque sí se hubiera producido una cacofonía en las “o” con “latón”). Ensayemos esa aproximación a la protoimagen: la pérdida de la virtud por parte de una dama y su entrada en una nueva etapa de su vida, reflejada, básicamente, en el juego de colores señalado en el último terceto.
Claramente, no sabemos, ni podemos especular, sobre qué es lo primero que se ha presentado al poeta, si ese juego de colores, y eso sugirió la “trama” de su poema, o, si, por el contrario, esa idea conllevó la imagen del rojo sobre el blanco. Pero sí podemos señalar que existe una imagen cromática, en el más estricto sentido de la palabra, sobre la que se desarrolla la construcción de una trama.
Esta propuesta de análisis, entonces, de aproximación a la protoimagen, nos permite, de alguna manera, decodificar el mensaje del poema. Sin embargo, y hacemos hincapié en esto, no permite sino una, como ya mencionamos, aproximación a la protoimagen, ya que la mirada adánica original es ininteligible y pertenece al universo del poeta y es imposible de alcanzar por definición. Como ya dijimos, no nos acerca al objeto si no a la percepción que el poeta tiene del objeto. Y al tratarse de una proto – imagen, claramente sería la aproximación a lo que sugiere aquello que será con posterioridad, cuando esté constituido en su totalidad.


b) Consignas sobre el planteo FILOSÓFICO que subyace a la metodología implementada:

Recordemos que, ya se parta de un modelo trascendente o de un modelo inmanente, ambos aspiran a verificar la trascendencia, y que esos modelos, planteados por Platón y Aristóteles respectivamente, no se excluyen sino que son opciones diferentes para acceder a un conocimiento.
Por otra parte, consideremos que, a partir del planteo ontológico que nace con la modernidad, -y sobre todo con el empirismo inglés-, el idealismo encuentra el modo de salir de este problema, reintroduciendo lo teológico: la noción de Dios, que percibe la cosa externa. Éste parece ser el fundamento por el cual Kant acepta la “cosa-en-sí”. El idealismo reintroduce la idea de lo trascendente en la noción del espíritu: dinamismo espontáneo y creativo que se despliega a sí mismo en una especie de proceso interior, inmanente a él. En ese despliegue se desdobla en un yo, que se caracteriza cartesianamente por la conciencia, y un no-yo.      

5)         A partir de esto, tome el poema seleccionado y, considerando los sustantivos y los verbos que se utilizan, y su organización sintáctica, establezca cómo se construye el conocimiento poético o conocimiento trascendente (¿desde la óptica inmanente o desde la trascendente?).
6)                  Observe el uso que el yo tiene como instancia de conocimiento.
Para ambos casos, tenga en cuenta la secuenciación que se ofrece de los hechos y sus implicancias.


c) Consignas vinculadas con la “Metafísica de la poesía”

Recordemos que, según lo propuesto en nuestra exposición, la poesía se torna metafísica en tanto podamos reponer el proceso de creación que parte de una penetración empática con el objeto y su resignificación desde la visión adánica (volver a nombrar las cosas desde su quintaesencia). Sobre esta base:
7)         Vuelva a los sustantivos del poema alistados y escriba junto a cada uno de ellos su denotación directa. Ejemplo: prisión: encarcelamiento, falta de libertad, opresión, etc.
Podrá observar que los sustantivos denotan un sentido primero.
8)         Indique en esa misma lista qué adjetivos o construcciones similares otorgan atributos a esos sustantivos. Verifique si esos atributos se condicen con las denotaciones señaladas previamente. Ejemplo: diamante: “en oro aprisionado”. El atributo “en oro aprisionado”, ¿se condice con las denotaciones del sustantivo diamante? ¿Por qué? Escriba sus conclusiones.

Verificará, claro está, que los sustantivos no solamente denotan ideas u objetos en una primera instancia, sino que permiten connotaciones. A partir de esta observación:
9)         Indique qué nuevas interpretaciones adquieren los sustantivos de la lista.
10)       Señale qué construcciones sintácticas exigen una segunda lectura del texto. A partir de esta actividad, podrá notar que la selección del lenguaje también busca generar una lectura segunda sobre las denotaciones hechas en primera instancia.
11)       Reescriba las oraciones que sufrieron el hipérbaton y explique qué nuevos sentidos se han generado a partir de la ruptura del orden lógico.
12)       Vuelva a leer los adjetivos elegidos e indique cómo estos otorgan nuevo valor a los sustantivos que modifican. Extraiga con ello el valor simbólico de lo expuesto en el poema.


d) Valoración poética como TEOFANÍA:

            Teniendo en cuenta lo dicho sobre las dos vías sapienciales, la comparación entre el discurso filosófico y el poético, los distintos niveles de la poesía y sus límites, responda a continuación:

13)       ¿Podría señalar cómo aparecen las dos vías sapienciales en el poema? O sea, ¿qué es revelación y qué indagación filosófica?
14)       ¿Hay arquetipos en el poema?
15)       ¿Cuál es la actitud del poeta frente a la vida y al mundo?
16)       ¿Estamos ante un poema fáustico, apolíneo, dionisíaco o ‘juego’?
17)       Compare cómo aparece la relación entre lo sensible y la hondura metafísica
18)       ¿Es poesía sapiencial (en caso afirmativo, ¿anagógica o erótica?), es exploratoria, es epidérmica?
19)       ¿Puede observarse en el ejemplo el carácter destructivo de la palabra poética?
20)       ¿A través de cuáles recursos el poeta intenta aproximar al lector su protoimagen disparadora?




RECURSOS ESTILÍSTICOS PARA UNA 
POÉTICA HIEROFÁNICA










‘POESÍA: DE LA INMANENCIA A LO TRASCENDENTE’
(basado en el curso ‘Introducción a la Poética’
dictado por el Prof. Julio Balderrama,
transcripto por el Prof. Domingo Tavarone)

1ra. Parte “LA POESÍA COMO UNO DE LOS MODELOS DE CONOCIMIENTO”
por Sebastián Porrini
2da. Parte “METAFÍSICA DE LA POESÍA” por Diego Ortega Servián
3ra. Parte “ESPECTROS EN CAOS” por Marcelo Rossetti
4ta. Parte “EL MUNDO INTERIOR HECHO MATERIA” por Gustavo Manzanal


1ra. Parte. LA POESÍA COMO UNO DE LOS MODELOS DE CONOCIMIENTO:

El poeta Paul Verlaine oponía poesía a literatura, pero “poiesis” es actividad de cualquier orden, aunque la diferencia es positiva, porque confronta la actividad poética con otras disciplinas literarias.

poesía
praxis
Uso de la palabra en función artística
(Vida contemplativa).
Orden de la vida activa: carácter utilitario de la palabra.

Dado que al hecho poético sólo se puede arribar por aproximación vital, las obras no pueden abordarse con un método objetivo, vitalmente desarraigado. Por ello el sentido no reside en ubicarlo históricamente, ya que sólo aduce fines extra poéticos (como los estudios culturales, el psicoanálisis o los estudios antropológicos).
Se hace necesario entonces establecer una noción de modelo.
Desde la epistemología, se plantean dos modelos: a) el semántico: la forma S + P (sujeto – predicado) se vuelve semántica; b) el explicativo: o de base científica.
Tengamos en cuenta que la teoría es formulación abstracta, y que el modelo es la versión expresada de un modo intuitivo. De acuerdo con esta caracterización, podemos considerar tres modelos:
a) los modelos científicos: que dan cuenta de un aspecto de la realidad empírica;
b) los modelos filosóficos: que tratan de exponer la totalidad de la realidad;
c) el modelo poético, que es dable desarrollar para consustanciarse con la ´poesía’ en plenitud.
Sin embargo, convengamos que la filosofía se ha presentado como la única explicación posible del mundo. Lo que ampara la idea de un modelo de simulación para su comprensión.

Modelo biopsicológico del ser humano:
S.XVIII: de acuerdo con la filosofía, el hombre es un animal. Lo es pero en sentido aristotélico

1.                 Alma vegetativa (nutrición)
2.                 Alma sensitiva (movimiento, memoria).
3.                 Alma racional (espíritu del ser humano). Esta tercera engloba a la 1 y a la 2.

La razón es accidente biológico sobreagregado (lo que lo diferencia). El modelo biológico está pensado sobre la base de lo que podemos llamar un pensamiento empírico–pragmático, que podríamos sintetizarlo así: primero hay un código genético que construye un tubo digestivo y un aparato reproductor, y los conecta con un sistema músculo–sensorio–neural. Una de las propiedades de este sistema es la memoria, es decir, la capacidad de almacenamiento de impresiones; este mecanismo está regido por el principio placer–dolor, en función de la reacción al medio: el principio del placer se corresponde con la reacción básica de acercamiento y el de dolor con la reacción básica de huida.
En el ser humano, el sistema neural alcanza una capacidad funcional que excede la inmediatez de la respuesta. Ello provoca un modelo en el que interactúan dos comportamientos:
tensión
distensión

Momentos de gasto de energía para el sostén de la vida: cópula y alimentación.


Momentos de recuperación de energía: fundamentos de la cultura.











ESQUEMA del modelo biopsicológico del hombre.

Los modelos platónico y aristotélico:
Todo modelo empírico–pragmático lleva en última instancia a descubrir en su mismo trasfondo lo inteligible. Lo que demuestra que, ya se parta de un modelo trascendente o de un modelo inmanente, ambos aspiran a verificar la trascendencia. Pero, desde el modelo platónico, a la trascendencia se accede mediante un proceso de purificación interior que obliga a abandonar la realidad empírica. Para los neoplatónicos, los tratados aristotélicos eran un fundamento empírico o propedéutico para lo que luego se reservaba como conocimiento distintivo: la filosofía platónica. Por ello, el estudio de los diálogos merecía de una preparación previa a la que se ingresaba por la lógica, la física y la metafísica aristotélicas. El Profesor Balderrama hace una importante observación respecto de la lectura de un pasaje del Timeo platónico.
           
Y en cuanto a la principal de las especies de alma en nosotros, así ha de pesarse: en verdad el dios dio a cada uno como daimon aquello de lo cual dijimos que está en la sumidad de nuestro cuerpo y, por su afinidad en el cielo, nos eleva por sobre la tierra, siendo nosotros una planta no terrestre sino celeste dicho del modo más propio; pues desde allí, de donde primeramente se ha naturado la génesis del alma, lo divino suspendiendo en alto nuestra cabeza y raíz enderezó todo el cuerpo.”
                       
            Algunos comentarios a la lectura:
            1. usó el verbo naturar: la idea básica es “devenir” y entonces producir de un modo natural por naturaleza.
            2. multiplicidad de almas: almas vegetativa, sensitiva, racional;
            3. el dios: el que conformó el universo, que no es un dios supremo sino un demiurgo;
            4. daimon: es lo que Sócrates decía que lo acompañaba siempre, el espíritu ese que lo acompañaba y que le dictaba lo que tenía que decir sabiamente. Alude al espíritu familiar o algo parecido, el genio;   
5. en la sumidad: en el seso, la cabeza;
            6. afinidad: tomado literalmente en el sentido de parentesco;
            7. en el cielo (no con): ese daimon que acompaña es el alma racional, tiene parentesco con algo que está en el cielo;
            8. nos eleva: por el simple hecho de que estamos en posición erecta, la cabeza está hacia arriba, no porque salgamos de la tierra hacia el cielo sino por nuestra posición natural;
            9. una planta: una excrecencia vegetativa;
            10. no terrestre: el término que usa Platón es claro: engeion (ge: tierra; en: en);
            11. dicho del modo más propio: del modo más recto, no metafórico;
            12. siendo nosotros una planta: lo toma como un colectivo, no cada ser humano una planta sino todos. La humanidad es una planta que está puesta al revés: la raíz para arriba y las ramas para abajo; en cambio, Aristóteles pone el árbol dado vuelta: la raíz abajo y las ramas arriba.
Repárese que en las Upanishad se nombra “higuera” al mismo tipo de árbol bajo el cual Buddha hizo su meditación y encontró su revelación: raíz arriba, abajo ramas, así es la higuera perenne; y en la Bhâgavad-Gita, se dice: raíz arriba, abajo ramas, la higuera dicha inmutable; sus follajes son los himnos; quien los ve conoce el Veda. [Los himnos son los himnos del Veda]. Ambas obras son anteriores a Platón y no hay ningún modo de demostrar que haya un influjo de los textos hindúes sobre Platón; por eso es tan interesante que Platón haya tomado, aparentemente por la estructura del texto, la humanidad en sentido colectivo, lo que lo acerca a los textos hindúes, aunque probablemente el símbolo pertenezca a alguna tradición común. Si bien es cierto que en los textos hindúes ese árbol invertido representa la totalidad del cosmos, Platón lo reduce a representar sólo una parte, que es el estado humano.
En los textos hindúes, no está claro, pero en Platón sí; dice: “desde allí”, porque en el cielo está el origen, la raíz del alma. No obstante, sería un desarrollo bastante complicado del símbolo pero vale recordar que los textos hindúes conciben las ramas como lo más importante: no olvidemos que el sánscrito dice que el follaje son los Veda, esto es, la palabra revelada nada menos. Pero, pensar al ser humano como un árbol invertido es algo que choca bastante con el sentido común, que los ve al revés.

Ello nos lleva a diferenciar dos conceptos que la filosofía griega tenía muy en claro: NOUS y DIÁNOIA. El primero, que se halla bien utilizado en la obra de Plotino, es un inteligir inmediato, una captación completa que se acerca a lo que algunos pensadores denominan “intuición intelectual”. La segunda es una percepción racional a través del tiempo, un proceso que involucra los trabajos de la razón. Por ende, la poesía no se enlaza con la DIÁNOIA, sino con el NOUS,  en tanto rapto perceptivo inmediato y totalizador. Es inteligencia, pero inteligencia noética.

Propuesta de un modelo de análisis de la obra poética:
Como sostiene Husserl, un modelo nunca puede tener pretensión de exhaustividad, de allí que hablemos de escorzos. Aplicaremos el modelo a un poema de Salvatore Quasimodo:
Ed è subito sera

            “Ognuno sta solo sul cuor della terra            Cada uno está solo sobre el corazón de la  tierra
            traffitto da un raggio di sole:                         traspasado   por  un  rayo  de sol           
            ed è subito será.”                                           y es súbitamente la tarde.

Nota: sera es “tarde”; “ocaso” sería excesivo, más bien sería la hora del té, es decir, cuando el sol comienza a declinar hasta que uno se va a dormir.
El tema podría ser: el paso súbito de la luz de la plenitud vital a la sombra de la declinación (el destacado corresponde a los motivos básicos o ejes temáticos).
Los motivos centrales o ejes temáticos se desprenden de lo destacado. En realidad aquí hay un solo eje temático que está marcado insistentemente por la estructura sintáctica: una oración coordinada con otra y una juntura al final de los dos primeros versos. Son rasgos que cortan el poema en dos.
Los motivos periféricos o secundarios: a. solo, es decir, soledad, acentuado por la aliteración “solo-sole”; b. el corazón de la tierra, que por las connotaciones de vitalidad y calor que tiene el corazón alude a la tierra en su aspecto materno. Y tal vez otros motivos secundarios.
La trama es aquí enormemente simple. Sólo hay dos nudos: “traspasado por un rayo de sol” (la presencia del sol) y “súbitamente la tarde” (la caída del sol). Las catálisis son el “estar solo” y “el estar sobre el corazón de la tierra”, y un indicio importante es el subito” es decir, la caída de la tarde se ve como súbita aun cuando es progresiva, pues lo que cae súbitamente es la noche. Observemos que el “subito” ocupa un lugar estructural de gran fuerza: el centro del último verso, el centro del final (comienzo, centro y final son los momentos fuertes) y justamente es el elemento que disiente de la realidad meteorológica: no se trata para nada de un señor que está al sol y atardece, porque desde la realidad sensorial es absurdo que alguien esté sobre el corazón de la tierra, sino que está pensado como centro; la tarde no cae súbitamente; el sol no puede traspasar un cuerpo opaco, etc. Es decir, hay una gran cantidad de inverosimilitudes que actúan como indicios de que el texto debe ser interpretado en sentido metafórico, aparte de su sentido recto.
Entonces, la trama está dada por los dos nudos: el sol que traspasa la caída de la tarde; las catálisis: el corazón de la tarde, el estar solo, y algunos indicios como el corazón (indicio de vitalidad) y demás, y el “subito” como indicio de cierto aspecto de la tarde.
Hasta ahora hablamos de la trama. Pasemos al hilo: se refiere a la ilación del pensamiento. Aparte del contenido mismo de la trama, cada uno de los momentos (sean nudos o catálisis) tiene un cierto valor funcional como ilación del discurso. Por ejemplo, el primer verso tiene un valor presentativo, el segundo un valor de desarrollo y el otro un valor de contraste. Esto no tiene nada que ver con los elementos “nudos-catálisis”, porque unos u otros pueden funcionar como elementos de contraste.
Sintetizando hasta acá: nudos, catálisis e índices son argumentales en tanto que el hilo son momentos de la estructura mental que preside esa organización de la trama en expectativas, anticipaciones, contrastes, desarrollos... Dicho así, se entiende por qué sostenemos que en la lírica también hay una trama, en este caso muy simple, pero existe.
En cuanto a los actantes aquí hay un único actante que es un él universal: “ognuno”.
Recuérdese que Tacca en Las voces de la novela[1], reconoce dos voces: el autor, que según él puede ser un relator o un transcriptor (es relator cuando expone directamente y es un transcriptor cuando supone un autor ficticio, que es el que se encarga del relato, como cuando Cervantes atribuye El Quijote a Cide Hamete Benengeli o como en El nombre de la rosa en que el autor, Eco, se limita a transcribir un pergamino escrito por alguien), y el narrador. También habría una tercera voz que no suele tomarse como tal pero conviene hacerlo: la voz de los personajes como personajes; es decir, el narrador puede contar que Fulano dijo tal cosa pero ese Fulano, como personaje que habla, también dice algo, también es una voz; vamos a llamar voces actanciales a la voz de los personajes en cuanto personajes; en una obra de teatro, por ejemplo, todas las voces son actanciales, como las partes dialogadas de una novela.

Desde Platón y desde Aristóteles,  el conocimiento:
Como ya vimos, la cuestión de fondo es el punto de partida del filosofar, es decir, si se parte de la cosa como lo primeramente dado (que es la posición del realismo metódico) o del pensamiento y la conciencia, como lo inmediatamente dado (que básicamente es la posición del idealismo).
Para ello, tomaremos el análisis que Santo Tomás desarrolla de la obra aristotélica, en tanto ejemplo del realismo metódico:
1. la revelación, como dato indiscutido por el solo hecho de ser dominico;
2. el orden de lo sensible tal como se concibe en la interpretación de Ptolomeo, que es la que rige en ese momento;
3. el orden de lo inteligible, que viene en principio de la tradición platónica (vamos a usar la palabra eidos, plural eide, para indicar lo que son las ideas platónicas; palabra que por otro lado es la que usa Husserl para designar precisamente las ideas platónicas, formas esenciales o universales);
4. la recientemente descubierta (para él) tradición aristotélica, que pone los eidos en las cosas, son inmanentes a las cosas; como se dice en la escolástica, los universales se distribuyen en los particulares; es decir, ciertamente hay un eidos de “equinidad” (cuatro patas, bazos, relinchar...), pero Aristóteles pone ese eidos íntegramente en cada uno de los caballos (ciertamente la tradición agustiniana permite compatibilizar la tradición platónica con la aristotélica, porque una cosa son los eidos vistos como ideas en la mente divina y otra los eidos como forma esencial que está en cada una de las cosas concretas).

Posiblemente Kant quiso evitar el solipsismo de Berkeley, porque si todo se agota en la percepción, si el ser es lo percibido, entonces no hace falta aceptar nada externo: las cosas pueden ser una alucinación del sujeto y de lo único que tenemos constancia es del pensamiento de la cosa. El idealismo encuentra el modo de salir de este problema, reintroduciendo lo teológico: la noción de Dios, que percibe la cosa externa. Este parece ser el fundamento por el cual Kant acepta la “cosa-en-sí”. Pero el idealismo reintroduce la idea de lo trascendente en la noción del espíritu: dinamismo espontáneo y creativo que se despliega a sí mismo en una especie de proceso interior, inmanente a él.
En ese despliegue se desdobla en un yo, que se caracteriza cartesianamente por la conciencia, y un no-yo. Entonces, así como en ‘a’ el conocedor está dentro de la cosa, y en ‘b’ las cosas están dentro del conocedor, aquí en ‘c’ el conocedor y la cosa están dentro de la dialéctica del espíritu.

2da. Parte. METAFÍSICA DE LA POESÍA:

Propósito: confrontar la poesía con otras actitudes intelectuales, especialmente la filosofía y la ciencia.
Las siguientes afirmaciones configuran la idea general que tenemos sobre la poesía:
·                    La poesía es expresión de un yo que nace de una reacción afectiva ante la realidad.
·                    Esa reacción afectiva guía la fantasía o imaginación creadora.
·                    La imaginación así subjetivamente orientada construye un “mundo” propio, el “mundo poético” con un orden subjetivo, ajeno a los valores de verdad o falsedad; participa de lo lúdico-mágico y de lo onírico.
·                    Pero a la vez refleja, en forma de ejemplares elaborados subjetivamente componentes idealizados de la realidad interna y/o externa;
·                    ¿Y cuál es el valor de la poesía? En primer lugar, el hombre se complace en reconocerse en el espejo del arte. Si este arte es además premonitorio, dispone la mente a recibir y aceptar el cambio. Además, la poesía arranca al hombre de los rigores de la vida práctica, restableciendo cierto equilibrio al reactivar los factores lúdico-onírico-arquetípicos unilateral y perjudicialmente sofocados por el mundo adulto.

Sobre la base de estos supuestos, se deducen los siguientes “modelos” teóricos que intentan aproximarse a su estudio
-Test proyectivo: la poesía es expresión de la afectividad de un yo; al mismo tiempo da una vía de desahogo a estados emocionales del yo, tiene una especie de función terapéutica (“sublimación” o cualquier otra cosa).
 -Juguete psicopedagógico: la poesía restablece el equilibrio psíquico por la reviviscencia del mundo lúdico-mágico-arquetípico.
-Espejo para Narcisos: en cuanto la poesía ofrece al hombre el placer de verse reflejado en ella.
-La bola de cristal: ha llegado a proponerse seriamente que la función de la poesía es anticipatoria del porvenir.
-El castillo en el aire: mundo poético” como construcción gratuita y flotante, sin referencia a ningún nivel de realidad -este modelo es la contrapartida del último que propondremos.
-El modelo del caramelo largo: la poesía brinda un sano esparcimiento, espiritual y cultural además, en los intervalos de ocio de las actividades serias de la vida.

Pero ninguno de estos modelos logra dar cuenta de los alcances de la poesía. Por lo tanto, un modelo de estudio que permita entenderla deberá partir de lo que los mismos poetas dicen sobre ella. Es así que se advierten dos actitudes: una, atenta al enigma de la creación poética, asunto ajeno a nuestro propósito; otra, atenta a la naturaleza y el objeto de la poesía, que es lo que nos ocupa.

Entonces, ¿cuál es la naturaleza y el objeto de la poesía?
Algunas consideraciones:
-El poeta experimenta el mundo y retiene espiritualmente esa experiencia.
-Luego, entrega esa visión del mundo en el poema.
-La poesía es una muestra de dicha visión: el poeta muestra lo que ve y no sabe lo que ve.
-En ese acto se manifiesta la “quintaesencia” de las cosas vistas. Esto es, penetrar en la esencia trascendente del objeto.


Esto nos proporciona dos elementos significativos de lo poético:
Penetración empática en el objeto natural o humano, condensación: el poeta “se hace” poesía.
Visión adánica, es decir, volver a nombrar las cosas por medio de la poesía; “ver el mundo como lo vería Adán”.
La poesía cumple así una función celebratoria y transfiguradora-reveladora.
Cuadro de texto: Poesía e intelectoA partir de estas consideraciones, entenderemos una relación indisociable en la creación poética:
                                                          Poesía e intelecto 
Es un lugar común considerar que la poesía es emocional y subjetiva. Esta afirmación es insuficiente. Por el contrario, diremos que la poesía es intelectual y objetiva.
Inteligencia, desde un punto de vista empirista, suele asociarse con razón y racionalidad y se confunde con ingenio e ingeniería.
Debemos, pues, restituir el sentido trascendente de la inteligencia en tanto acto de apropiación del mundo inteligible. Significa promover un acto cognoscitivo de la inteligencia por vía no racional, sino intuitiva, que “por debajo” y “dentro” del objeto reconoce, digamos, su esencia platónica. Y esto es una forma rudimentaria de intuición intelectual, acompañada de ese deleite de absorción absolutamente inefable que toda intuición intelectual procura. Esto es, quizá, el “estremecimiento” poético.
Lo que aquí nos importa es que la poesía alcanza una inteligencia de la “realidad”, más profunda y auténtica, que permanece como latente tras la experiencia cotidiana. Lo racional es una de las formas o manifestaciones de la inteligencia -otra, por ejemplo, es el instinto-; y que no sólo no es la única, sino tampoco la más alta concebible. Diremos entonces que la inteligencia poética es una forma de inteligencia intuitiva.
Entonces, considerada como una vía del intelecto, la poesía se manifiesta como una forma de conocimiento. En contraposición a la idea tradicional que se tiene del conocimiento (puramente racional), debemos establecer una gradación en el camino de todo acto de conocer:
1) conocimiento sensible, como conocimiento a priori, sensorial, concreto pero provisorio;
2) conocimiento racional, superación de la esfera sensorial, principio de abstracción;
3) conocimiento místico, como trascendencia absoluta, manifestación de un estado “suprarracional”.

¿Cómo se manifiesta este conocimiento místico?
Partiremos de la noción de EVOCACIÓN: la palabra poética nombra al ente y lo evoca desde la lejanía. Entonces, todo acto poético invoca la esencia del Ser, lo trae ante nosotros para que lo vivenciemos.
De esto se deduce que:
-Por la vía del conocimiento místico el hombre puede trascender el mundo físico.
-Esa trascendencia se logra por una invocación a la esencia del Ser que se revela en la poesía.
-Esta revelación poética consiste en una suspensión en el Ser. Llegar al Ser por la vía poética significa penetrar en un misterio.                                                                                                                                                      Misterio, distinto de Enigma
Un enigma, por definición, pide una solución que lo disipe y es impenetrable.

 El misterio, en cambio, es inagotable. No porque no sea penetrable a la razón o a la intuición, sino porque es indefinidamente penetrable, sin poderse nunca llegar a su fondo; es comparable al horizonte, que se deja penetrar continuamente pero continuamente ofrece una nueva profundidad.

Poesía: dimensión trascendente del hombre…trascendencia de lo subjetivo sobre lo objetivo. De lo universal sobre lo particular
El conocimiento trascendente que conlleva la poesía se erige como una dimensión “vertical” a diferencia de la dimensión horizontal del conocimiento empírico tradicional. La poesía, entonces, atraviesa el Ser, se introduce en él; no lo describe ni lo circunda, lo entiende.

La esencia del problema radica en la posibilidad de lo simple que surge de lo simple. Para desglosar esto, se convendrá en observar…

dos vías de conocimientos:
Modelo aristotélico-tomista

-Centrada en el hombre histórico dentro de su morada terrestre.
Restringida al sentido común, a lo comprobable e inmediato.
-Sabiduría de la inmanencia regida por 3 temores:
Al vacío: el Ser inherente a cada ente es sólido, Superioridad del acto frente a la potencia
Al Infinito: temor existente pero imposible si se considera que no existe en acto sino en potencia.
A lo no racional: todo aquello que interfiera con el orden creado no es racional, no hay lugar para la mística.

                            Sabiduría de la otra orilla
-Centrada en un espacio que atraviesa lo terrenal y se eleva.
-No está restringida, sino que se expande.
-Sabiduría de la trascendencia que parte de lo inmanente: desde la sabiduría de la otra ribera se alaba, se fomenta, se trabaja para  la sabiduría terrena del sentido común y de la sabiduría del ser; al tiempo que  desde esta sabiduría terrena también se abren vías hacia la trascendencia.

Entonces, la paradoja de lo simple a partir de lo múltiple se sintetiza así
Ante la presencia del infinito, y que no es de ninguna infinitud física sino una especie de presentimiento de un infinito metafísico en que el yo está centrado, se siente uno por una parte agobiado por esa infinitud y al mismo tiempo se siente abandonarse a ella en una especie de dulzura (como los místicos); eso muestra cómo, aun dentro de la sabiduría terrena, en el campo de la sabiduría de la inmanencia se abren constantemente esas puertas hacia la otra sabiduría.
Dos vías de conocimiento:
-La poesía puede conducirnos por dos caminos o vías sapienciales, esto es, dos formas de entender y conocer el mundo que se nos presenta y se nos abre en el poema: una de la ellas tiene como característica la vida cotidiana, en el sentido de las limitaciones que impone al conocimiento del sí mismo y de los demás; la otra tiene el sentido de un descubrimiento de las profundidades del destino del ser; ahí está la diferencia.
-Esto nos lleva a pensar que leer poesía, introducirnos en ella es, a su vez, un acto del intelecto (en el sentido de asir lo inteligible mencionado anteriormente). Al encarar al poeta como transmisor de un determinado contenido objetivo, se enriquece la interpretación del texto porque no estamos frente a cómo ven tal o cual cosa sino frente a la cosa misma en una de sus múltiples e infinitas perspectivas.
-No buscamos, entonces, una interpretación del poeta en tanto tal, sino lo que su poesía revela sobre la verdad del mundo. Volvemos sobre la idea de la poesía como celebración y revelación.
 Conclusiones provisorias:
1.      La primera es que si renunciamos al enfoque literario meramente estructural, la poesía se nos muestra como algo extremadamente importante y radical, es decir, como un llamado existencial al ser humano.
2.      La segunda conclusión es que hay un punto en que el lenguaje poético y el lenguaje filosófico coinciden; incluso, lo hemos dicho, hay un momento en que el lenguaje filosófico tiene que renunciar a sí mismo para asumir simplemente el carácter de lenguaje poético, porque no puede expresarse de otro modo.
3.      Esto nos lleva a una tercera conclusión: el lenguaje poético puede, por lo menos, verse como un modelo de investigación del universo.
4.      Una cuarta conclusión sería que, en relación con las dos sabidurías o dos vías sapienciales, la poesía se puede inclinar por una u otra, pero celebra ambas vías.
5.      Y la quinta y última observación, y ya como una preparación para tratar lo que sigue, es que la palabra poética encuentra su límite en el silencio, es decir, donde ya ni siquiera la palabra poética alcanza.

La poesía como revelación del objeto:
Para comprender qué significa la poesía como revelación del objeto, convendrá desarrollar brevemente la mirada que el Postmodernismo tiene sobre la literatura.
-Se plantea una analogía: la visión postmoderna reconfigura la discusión de dos paradigmas:
El realismo tradicional, que parte de las cosas como de un dato primero a partir del cual se produce el pensar. A eso el  idealismo le opone que todo se le da al sujeto como un acto de conciencia, es decir, como un acto de conocimiento; entonces la metodología tendría que consistir en partir del acto de conocimiento y de ahí llegar a las cosas. No obstante, las posiciones son conciliables en la medida en que, según el idealismo, siendo nuestro único acceso a la cosa ese conocimiento que tenemos en la conciencia, entonces para nosotros ese objeto conocido en la conciencia es la cosa misma.
En definitiva, aquello que llamamos cosa reposa sobre una base de misterio impenetrable. Para desentrañarla, debemos primero desarticular la cadena de signos que representa a la cosa.
SIGNO=MISTERIO
Postmodernismo; en la variante posmoderna ocurre algo semejante, pero en vez de ser el conocimiento son los signos los que ocupan ese lugar; de modo que la posición es netamente idealista.
 En este sentido, la cosa, si es que existe, sólo es conocida por mí como signo de algo y cualquier relación que tenga esta cosa con otra cosa (la cosa A con la cosa B) va a ser simplemente la relación del signo A con el signo B; es decir, no puedo salir del encadenamiento de los signos, porque un signo va a referir a otro signo en la medida en que eso produce una supuesta relación exterior.

De esto se deduce:
Aplicado este sistema a la lectura y manifestación de la poesía, podemos afirmar que:
-La poesía se constituye como ese signo-misterio que buscamos desentrañar.
-Ese signo-misterio revela lo que el filósofo Jalfen denomina como la “puesta en libertad del acto del ser”. Entones, la poesía es una ontología (en tanto “saber acerca del ser”) y una ontofanía (en tanto “liberación del ser”). Dicho en palabras de Jalfen:
 “Poesía es el nombre provisorio para el pensamiento meditante, para la celebración y alabanza de las cosas. Sólo en ese respeto por el ser puede encontrar el hombre la morada y el reposo de su constante encandilamiento. Más allá de las formas, la poesía es la medida ontológica del mundo, pues la libertad de sus palabras no expresa más que la libertad de las cosas mismas. El arte dice pero no sabe, la filosofía sabe pero no dice. Esta antinomia agónica, esta lucha en que se debate el hombre de occidente marca las huellas de su extravío. Es imposible para el habitante de esta  intersección existencial en la que nos desenvolvemos, decir su saber o, lo que es lo mismo, saber lo que dice.”*
*Jalfen, Luis J. (1974). La edad del nihilismo.Buenos Aires, Tres tiempos (cap. III: “Superación del nihilismo”).

Entonces, hay una aproximación a la noción de poesía que empieza a consolidarse en una tricotomía esencial
Poesía // Metafísica
“Liberación del Ser” // Filosofía
-Sobre la base de estas ideas, debemos insistir en que el análisis literario tiene que partir no de la experiencia del poeta sino de la experiencia del objeto, ya que lo que importa no es lo que alguien haya sentido así, sino que el objeto se nos presenta así a través de ese alguien. Esto es, nos importa el objeto, la aparición del ser, la aparición y liberación del ente.
-La manifestación del ente debe darse en su surgimiento primero, como recién creado, y si no se da eso, realmente no hay poesía. Si reducimos la poesía al modo en que alguien siente el mundo, eso carece de toda solidez y de todo interés, pero si es una revelación del objeto en una de sus fases posibles o primigenias, entonces la cosa cambia.
Dicho en términos lo más precisos hasta aquí:
Dado que el poeta  “nombra lo sagrado”, la poesía es el modo de decir y manifestar el objeto desde su origen, liberar al Ser desde la Visión adánica; la poesía vuelve a crear el misterio que es el mundo y nos conmina a penetrar en él.

En conclusión
La experiencia de los poetas a través de su poesía nos va configurando una verdadera definición de poesía: el poeta no sabe lo que dice, por cierto, pero lo dice; es unilateral, limitado intelectualmente en el sentido de que sólo ve un aspecto de la cosa, pero ese aspecto lo ve y lo admite.
Claro que la poesía es expresión, pero lo que importa no es que sea expresión, lo que importa es que sea ese modo de acercamiento al ser, una forma absoluta de acceso, que le es propio y que ningún otro tipo de actividad humana puede suplir.

3ra. Parte: ESPECTROS EN CAOS: CONNOTACIONES DEL PROCESO CULTURAL OCCIDENTAL CONTEMPORÁNEO EN LA CREACIÓN Y EL ANÁLISIS POÉTICO

PROTOIMAGEN y EL ANÁLISIS DE TEXTO
Protoimagen: percepción artística del objeto previa a la producción de una obra. Como un embrión en el seno materno: un código genético que predetermina ciertos elementos pero que se desarrollarán y modificarán en función del entorno en el que se den una vez nacido el bebé.
1.      en la percepción estética hay una especie adánica peculiar de la intuición estética (posiblemente todo el mundo la ha experimentado por lo menos una vez en la vida),
2.       para que haya artista tiene que haber una capacidad seguramente innata a fin de manifestarla en forma sensible,
3.       el contenido de esta percepción es un escorzo o un conjunto relacionado de escorzos y
4.       esa percepción adánica es anterior al acto de expresión poética o artística. Como consecuencia, esa protoimagen no es diferenciable de la obra producida, precisamente porque solo se  la puede conocer a través de la obra que la produce.

Como el embrión, la obra artística depende del autor (la madre) hasta su nacimiento. Pero cobra vida propia después, sorprendiendo, inclusive, a su propio autor.
La protoimagen no puede ser circunscripta a las artes, la filosofía se desarrolla de manera similar, como una intuición que adquiere la imagen final que el filósofo le da, algo que se puede hacer extensivo también al pensamiento científico.
 Volviendo al tema del contenido mismo de la protoimagen y en relación con el análisis de texto, la protoimagen tiene un contenido X que no sabemos qué es. Si admitimos un objeto exterior al sujeto, entonces tiene que haber alguna relación, alguna correspondencia entre la protoimagen y ese objeto. Si las facetas de la protoimagen corresponden a escorzos o a conjuntos relacionados de escorzos del objeto, entonces en un momento dado la protoimagen se hace cognoscible como poema. Siguiendo con las hipótesis, todos los aspectos de la protoimagen tienen de alguna manera que estar contenidos en el poema. Llevado esto al análisis de texto, esto implica que el análisis del poema debería contener únicamente los escorzos contenidos en la protoimagen, esto es, tiene que revelar solo los contenidos de la protoimagen.
Es decir que el poema no revela al objeto, sino la percepción que de éste tiene el poeta a través de la lengua, lo que a veces puede ser un problema.

EL POEMA COMO SÍMBOLO HIEROFÁNICO
El poema a través de la protoimagen significa algo, es decir, de algún modo la protoimagen remite a una realidad de tipo X, de la cual el poema es la expresión, en el sentido de que es signo de esa realidad a la cual la protoimagen remite. Pero al mismo tiempo se puede sostener con igual validez que el poema se significa únicamente a sí mismo. Es necesario salir de esta paradoja, porque si no, el poema se significa a sí mismo y carecería de relevancia aún estética.
En este sentido, tomamos al poema como símbolo, pero no símbolo en tanto representación dual (significado – significante), sino como expresión de algo superior, de algo que sólo puede expresarse a través de un símbolo, dada la magnitud de la visión, que no es otra que la protoimagen. Como Dante con Beatrice, o una planta ardiendo como símbolo de Dios. De esta manera, al convertirse el poema en símbolo, se salva la paradoja, ya que el símbolo, en tanto hierofánico, es en sí mismo representación y representado.
Ejemplos:
Pasajes del nuevo testamento. El tópico literario del Camino del Héroe aplicado a la vida de Jesús, demostrando de esta manera que es un producto literario.

4ta. Parte. EL MUNDO INTERIOR HECHO MATERIA:
Modelo Posible: como todo modelo no agota el objeto sino que si está bien construido es infinitamente multiplicable en pequeños modelos derivados. // Punto de partida del filosofar: duda, asombro (Goethe lo pudo hacer desde una vida serena, apacible), desesperación (Hölderlin desde un impulso lírico demoníaco) // Hasta Descartes se parte de la cosa (independientemente del sujeto), no del pensamiento ≠
A partir del racionalismo se parte del sujeto pensante y la cosa pasa a ser algo aprehendido por alguien mediante la percepción o el concepto; es decir, se convierte en objeto (es una representación)

 
Dos vías para el saber, la revelación, que es la vía “de afuera”, y la reflexión filosófica depurada, que es la vía “de adentro” (una se ajusta a las limitaciones del conocimiento sobre sí mismo y sobre los demás, la otra se presta al descubrimiento de las profundidades del ser y de su destino):
-visión aristotélico-tomista, que corresponde a tener los pies sobre la tierra (vida buena para oponerse al ambiente de locura, resultando algo así como la negación de toda sabiduría); para el individuo común no vale la pena diferenciar ‘cosa’ de ‘objeto’, ya que llega a conocer la cosa sólo a través de su representación, o sea como objeto 

-si se quiere trasbasar los límites de la humanidad, las cosas se presentan con dos caras, una objetiva (como objetos, organizados a través de un sistema de representaciones), y la otra, que no podemos ver, pero a la que alguna empresa heroica nos puede hacer llegar: vía separada de lo social


tres clases de individuos:
1. los que ni siquiera alcanzan a ver que
hay otra cosa detrás de la puerta;
2. los que atisban que hay algo detrás
de la puerta pero se quedan de este lado;
3. los que traspasan la puerta y asumen
el riesgo que eso implica, y lo aceptan.

1 y 2 obedecen al progresivo deterioro de la condición humana, que impide captar las cosas profundas que no pasan por la apariencia; los de 3 se aprestan a enriquecer su experiencia (para éstos no importa qué quiso decir, p.e., el poeta, sino en qué contribuye a mi concepción del mundo)
La poesía debe celebrar ambas vías sapienciales, por eso el lenguaje filosófico debe asumir el carácter de  lenguaje poético ya que no alcanza a expresarlo todo; éste, entonces, puede verse como un modelo de investigación del universo.
Una teoría del mundo poético desde el punto de vista técnico trivializa la tarea de quien se embarca en la segunda vía, reduciéndola a una subjetividad ocasional; en cambio, vista desde el poeta como transmisor de un determinado contenido objetivo, nos pone frente a la cosa misma en una de sus múltiples e infinitas perspectivas. Es más fácil lograr el interés (por parte de alumnos adolescentes, p.e.) internándonos en los problemas existenciales que revela un texto que metiéndonos en el supuesto mundo poético al que da forma.

Simpatía, compasión respecto del texto: afinidad inicial, su lectura me interesa, si no hay identificación no hay conjetura. Toda lectura debe entenderse como una conjetura posible.

La protoimagen: estado psicológico de base anterior al lenguaje, que lleva a una percepción empática del objeto provocando el tono afectivo de rechazo o aceptación. Produce una molestia, y es necesario despojarse de la misma. Puede ser un ritmo, una palabra, o una cadena de palabras.

Razones por las cuales esa protoimagen puede resultar ilegible:
inhabilidades expresivas 
intencionalidad consciente  de modificarla durante la elaboración del texto             
el azar del lenguaje (como la rima) que puede modificar datos representativos            
el cansancio (la conciencia de que los misterios del ser son indefinidamente penetrables e inexhaustibles: siempre se puede seguir captando la proto-imagen y elaborarla, pero jamás agotarla)
El núcleo de la protoimagen puede a veces poner al poeta en contra de sus propias convicciones, pues tiende a oponer la mayor resistencia posible; una vez dominado ese núcleo, se presenta una periferia altamente modificable en una serie de valencias representacionales.
 es una manifestación teofánica (centro de la idea, aparición de lo sagrado),  participa del misterio, y se presenta como escorzo de un arquetipo (ideas platónicas, modelos divinos de las cosas).
Los arquetipos son la Verdad misma, porque es lo que la poesía revela en su decir (‘mujer’ como ‘madre’); esto descarta el análisis impresionista (de recursos) o simplemente la crítica anecdótica.
La sacralidad de la palabra: el poeta no puede dejar de decir lo que siente (se da más en él -de un modo consciente- que en los propios sacerdotes).

Comparación entre el accionar de la Filosofía y la Poesía
El arquetipo en la Filosofía: despojamiento del elemento material de la cosa por acción del intelecto: éste actúa como una luz, que deja ver el eidos, que está en el interior mismo de las cosas; al despojar a los objetos de su materia individualizadora los reduce a arquetipos, con lo que se produce la contemplación de las esencias 

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La revelación del arquetipo es abstracta

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Su teoría es objeto comprensión (se puede no estar de acuerdo con ella)


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En la doctrina filosófica hay intertextualidad, un texto se relaciona y ambos remiten a un sistema

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En el lenguaje filosófico, la palabra nombra
////
En la Poesía, el universal se da en el singular; es anterior a la formación del concepto y de la imagen; un paso antes de la sensación se ilumina la verdad del objeto. Por ello la poesía se daría en un punto sintético de la inteligencia donde se produce la intuición del objeto (se dice que el poeta es un loco, debido a los criterios no racionales que utiliza para llegar a las esencias, una especie de delirio divino (para que el arquetipo se haga presente a la conciencia humana, tiene que encarnarse en algo sensible a esa conciencia, que es el significante saussureano)
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La captación poética del arquetipo es concreta
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Su teoría es objeto de contemplación (que uno esté o no de acuerdo es absolutamente indiferente, ya que presenta el modo en que un hombre puede ver el universo)
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El poema tiene su propio principio y fin en sí mismo, se presenta en bloque, cerrado

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En el lenguaje poético, la palabra representa al objeto

Shakespeare, en los monólogos en que los personajes filosofan, es poeta aunque pone filosofar en sus labios, ya que al mismo tiempo les hace encarnar una actitud frente a la vida y el mundo.
                                                                   
Ambos son modos de romper esa espacialidad entre lo inmanente y lo trascendente, con el propósito de atisbar la realidad; pero en la poesía significa además una catarsis por mostrar el arquetipo en ese objeto transitorio, en las cosas visibles y sensibles, como valor último y final de su razón de ser (es la misión del poeta). El poema mismo es el arquetipo revelado, una manifestación sensible de lo sagrado (un signo teofánico): remite a un significado que lo trasciende -es decir, lo que es difícil de explicar, algo inmanente se trasciende a sí mismo llevando al que lo contempla a otro grado del ser.
En esto hay una superioridad de la poesía con respecto a la filosofía, pues está por encima del problema de la relación entre inmanencia y trascendencia (en la poesía la trascendencia se capta en la propia inmanencia, por eso que la experiencia filosófica no puede enloquecer, mientras que la poética sí: la poesía está atada a un lenguaje, al cual lucha por desestructurarlo, lo cual puede desestructurar a la vez psíquicamente ya que perfora el escudo de defensa de la psiquis, que es el esquema racional).

El esplendor de la forma:

                                   significado                 ARQUETIPO (res)
                                                             _________________________
                                   siginificante           VOX  POÉTICA (verbum)
                                                             _________________________

Pero para que el arquetipo se revele la vox poética debe tener rasgos de belleza física sensible, como ritmo p.e. (el ritmo vincula todas las formas del arte, por eso la lírica es el centro de lo poético). Es así que cuando se traslada de una lengua a la otra se pierde ese sustento de belleza necesario (al menos se pierde el original, puede acaecer uno nuevo logrado por la traducción, más o menos cercano al que ha servido de fuente). En definitiva, la belleza está en el verbum.
                   
El carácter destructivo que tiene la palabra poética
La poesía tiene que penetrar como un taladro en la realidad cotidiana para alcanzar la verdad última o acercarse a la verdad última del ser, o sea, tiene que ser destructiva, en la medida en que rompe esa malla de conceptos (por ejemplo, en la ficción, en la literatura del absurdo donde los conceptos quedan desencajados). E incluso se llega al punto en que no alcanza siquiera la desarticulación del concepto, sino que se tiene que llegar a la desarticulación del lenguaje mismo que lo soporta, con una destrucción de la sintaxis. La poesía, así, logra aprehender la verdad del ser, el misterio del ser, y es una herramienta que no puede ser reemplazada por ninguna otra: el lenguaje poético pasa a ser el único medio que tiene el hombre para tales fines 
                                                                                                        
 no sólo destruye el lenguaje sino                                         paradójicamente, es la manifes-
que destruye también la red de conceptos en                       tación más alta del lenguaje
que se mueve el orden práctico del mundo

rompe el esquema impuesto por la palabra, que en su valor utilitario es un nombre de clase (para no saturar al cerebro con información específica de cada cosa);, es decir, hay una relación en primer lugar entre la palabra y el concepto, la palabra es en primer lugar un nombre de clase. La poesía supera la mediatización al objeto impuesta por su percepción. Por este solo hecho debe verse al poeta siempre como un revolucionario.
“Las palabras de la tribu” (las del lenguaje corriente según Mallarmé) reciben un nuevo sentido puro en boca del poeta (la percepción corriente se convierte en una revelación más pura: contemplación adánica de los objetos. Cualquier poema –el más simple o La Divina Comedia- sacan el lenguaje de su ritmicidad contingente habitual (esto configura ya un hecho de poesía): el sinsentido o la poesía infantil (rompiendo hasta la sintaxis), el poema onírico (rompiendo el orden natural de los sucesos), o los poemas dadaístas y surrealistas (haciéndolo con la costumbre lingüística la formal o la conceptual) arrancan al ser de su cotidianeidad. Sucede con el arte todo pero especialmente con la música, pues ésta prescinde de todo contenido conceptual y por ello se constituye en arte prototípico (manifiesta la ritmicidad cósmica, y si lo lírico es captarla es a través del ritmo conceptual).
Incluso algunas combinaciones azarosas parecería que responden a una inteligencia poética (v. gr. el ‘cadáver exquisito’) que instila una interpretación posible del texto, como si  se hubiera partido de   una protoimagen común.
La novela también entra en el ámbito de la poesía por arrancar al ser humano de su habituación histórica (abre ante el lector la posibilidad de un mundo diferente). Pero cabe diferenciar:

la “literatura o alta literatura”                        ≠                     “literatura de entretenimiento”
ritmicidad y captación del objeto sensible                            relato, escapismo, best-seller industrial
en su revelación adánica

Valores de la poesía
ü             + lo sensible    /  - hondura metafísica
ü             - lo sensible     /  + hondura metafísica          / 
ü             +                     /   + (Shakespeare, Dante, etc.)

_también aparece la poesía que presenta al mundo con valor de símbolo: reubica la cosa, la transfigura (como sucede con la poesía religiosa)
_la función poética (rima, ritmo) puede cumplirse pero ser irrelevante para alcanzar el nivel poético exigible
_ nombrar metafóricamente emparienta al lenguaje poético con el enigma: éste despierta una especie de vigilancia consciente, ‘un advertimiento’ que resulta de ese redescubrimiento de la cosa a través del lenguaje poético: se desconceptualiza y reconceptualiza incorporado la cosa a una red analógica en la que cobra nuevo sentido (p.e., Edipo)
_ las situaciones tremendas, límites del destino, se alivianan (a la manera de la catarsis en la tragedia); amortigua la peligrosidad de la cosa reubicándola analógicamente (hay hechos y situaciones muy difíciles para encarar de un modo corriente). Esto parecería poner a la poesía al alcance de un por decir ‘conocimiento angélico’ (la cosa sea contemplada desde más allá de su esencia); lo cual en alguna medida le da carácter de delirio, pero a través de la protoimagen diluye la cosa, la amengua, y la coloca al alcance del hombre corriente.

Diferenciación:
apreciación poética                            ≠                     crítica poética
acercamiento vivenciado al texto                  se relaciona con la técnica
(mientras que el gusto es subjetivo                (es en lo que se apoyan                     
y está en relación con la afinidad                  las técnicas de análisis del texto)
entre el receptor y el productor,
la apreciación es objetiva o
culturalmente intersubjetiva).

La función del arte es importante pero como efecto que produce en los destinatarios y no por el análisis técnico que puede hacer el crítico o especialista; frente a una obra poética en la que el autor haya sido fiel a su protoimagen, el crítico no tiene absolutamente nada que decir porque la desconoce; tampoco puede hacer una apreciación valorativa de la obra desde el punto de vista de invocar al autor; puede hacerse quizá invocando una época, pero en este sentido lo que se tomaría en cuenta sería la reacción del público más que la obra en sí.
Pero el crítico tiene un papel posible de ayuda al poeta, en la medida en que su conocimiento técnico le lleve a mostrarle que una parte es incoherente dentro del conjunto en esto o en esto otro; y también el leer la apreciación crítica sobre la obra de otros ayuda a construir la propia; otro papel importante de la crítica es la de ser una apreciación cultural: una obra puede ubicarse dentro de una civilización y reflejar la apreciación de esa civilización, como parte de una cultura.
El método hermenéutico, es decir, el método de interpretación del texto que viene después del análisis estructural para llegar al sentido que contiene el texto, naturalmente tiene que expresarse en conceptos. Pero la prueba de que la objetividad no la da la reducción racional está ejemplificada con esos textos poéticos cuya verdad uno acepta aunque no los entienda. Esa es la verdad de la poesía: la verdadera poesía es una intuición reveladora, un relámpago de comprensión que, si uno quiere transmitir, tiene que reducirlo a una expresión de tipo racional, como pueda, pero esa reducción empobrece el texto y por eso hay que volver a él para que sobre la base de ese apoyo racional se capte lo que el texto realmente dice.

La poesía…
celebra, es decir festeja, la desaparición del ente, del ser -ya que éste nos es accesible en forma de representación y de signo-;
repristina (vuelve a los orígenes, a la visión adánica);
revela (muestra el ente en su realidad esencial);
es teofanía (nombra lo sagrado, o mejor, lo evoca)
es fascinante en la medida que vincula con lo maléfico (en tanto el arquetipo se encarna en la materia, que es la individualidad): esto la pone en calidad de ‘poesía de la crueldad’, pues el descenso a los infiernos se produce para encontrar la luz que por el lado de la propia luz no se obtiene.
  POETA... el técnico es aquel que se ocupa de los fenómenos de la creación poética                    
el erótico va tras un amor que busca lo que le es superior, amor como dínamis (tendencia de lo imperfecto a lo perfecto ≠ ágape, que es el amor de lo superior que desciende sobre lo inferior).Valor formativo de la poesía: el ser humano =  especie zoológica (crecer, nutrirse, reproducirse y evitar la muerte). Luego se llega al estado de civilización zoológica como especie racional a través del desarrollo de la razón; tal desarrollo lleva a la brutalidad tecnológica (pues es una inteligencia propia -el asunto es la ‘capacidad para resolver problemas’, a lo que accede cualquier máquina- capaz de apartar al ser humano cada vez más de la realidad natural). La poesía asoma como una apertura que vislumbra la posibilidad platónica de una realización propiamente humana -no como una especie animal-: el “conócete a ti mismo y sé quién eres” lleva a la idea de ‘los humanos = plantas celestes’ o ‘árboles invertidos’.

Los límites de la poesía: 1. poesía sapiencial, en la que el poeta conoce y sabe qué quiere decir su protoimagen; esto tiene dos aspectos posibles, uno anagógico: el poeta sabe adónde está llevando al lector u oyente; y otro erótico, en sentido platónico; 2.  poesía exploratoria, en la que el poeta no sabe exactamente lo que es su propia protoimagen, pero sabe que lo está llevando a algo y trata de buscarlo; la mayoría de las poesías son así; 3. poesía epidérmica, en la que el poeta se entrega simplemente a la protoimagen dejando que ella trabaje por sí sola (los poetas epidérmicos están aferrados a la gloria de lo sensible).




La poesía es un umbral, ya que no puede pasar de ahí, esto es, la poesía no reemplaza a la sabiduría realizativa, a pesar de lo que los poetas crean. Se queda en el umbral, pero así como la poesía supone un umbral del que no pueden pasar, ese umbral supone una puerta; entonces la poesía por lo menos muestra que hay una puerta posible. Cosa muy distinta de cuando se borra enteramente el umbral y no se sabe de la existencia de puerta alguna. Ahora bien, la conclusión de todo esto es que la civilización zoológica, incluso a través de las formas modernas de la religión, encierra al ser humano en un ámbito en el que ya no sabe que hay un umbral. Y entonces ocurre una situación en la que la poesía llega a ser el último recurso que tiene el hombre en la civilización zoológica para no quedar aprisionado en ella: por eso es importante la enseñanza de la literatura y un método capaz de desentrañarla, antes que describirla.







Julio Balderrama
INTRODUCCIÓN A LA POÉTICA


Edición de Domingo Tavarone



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